La tendinopatía rotuliana es una de las lesiones más comunes en los corredores. Pero ¿cuáles son sus síntomas? ¿Y los factores de riesgo asociados a esta lesión? ¿Y la intervención más adecuada?
La tendinopatía rotuliana es una de las lesiones más comunes en los corredores (Lopes et al, 2012). Las tendinopatías nos indican que la carga que están recibiendo nuestros tendones excede su tolerancia, originando con ello el inicio de un proceso inflamatorio y degenerativo que debilita la integridad del mismo.
Los tendones están diseñados para absorber y transferir grandes cantidades de carga durante la carrera. Cuando ésta es superior a la tolerancia de los mismos comienza el proceso degenerativo (tendinopatía). (Docking et al, 2013).
Las implicaciones para el tendón rotuliano durante la carrera a pie son elevadas debido a que debe soportar las cargas excéntricas (debe frenar el avance de la rodilla hacia delante controlando los momentos de flexión de rodilla) después de cada zancada. Dichas cargas son más elevadas en llano y especialmente cuando la pendiente es negativa, siendo mínimas en las subidas.
No obstante, como se ha comentado en la publicación de este blog sobre las consecuencias en los impactos en la rodilla, esta está estrechamente relacionada con las disfunciones de movimiento del pie y de la cadera y como éstas pueden repercutir en un mayor estrés a nivel de la rodilla. Hablando del tendón, el cual se encargará de soportar las fuerzas tensiles y de estabilizar la articulación y siendo el tejido que relaciona el músculo al hueso, habrá que tener muy en cuenta la condición y capacidad funcional de cada sujeto. Para ello, se debería realizar una exhaustiva valoración para determinar los factores perpetuadores de las demandas que recibe en este caso el tendón rotuliano
¿Cuáles son los síntomas?
Las personas con tendinopatía rotuliana refieren dolor a la palpación en la parte anterior de la rodilla por debajo de la rótula. También muestran dolor ante acciones como una sentadilla a una pierna (Arnold, Aaron & Moody, 2018) o actividades en carga que supongan un estrés a la articulación como bajar escaleras o todo impacto repetitivo que terminará dando clínica cuando las cargas sometidas al tendón sean mayores a las que tiene capacidad de tolerar.
Es una lesión, que sino se encuentra en una fase muy reactiva y aguda, rara vez da dolor en reposo y requerirá carga para poder dar sintomatología.
¿Cuáles son los factores de riesgo asociados a la tendinopatía rotuliana?
En una revisión sistemática (Sprague et al, 2018) se observó que los principales factores de riesgo en relación con la tendinopatía rotuliana son:
Una disminución de la movilidad del tobillo en dorsiflexión, relacionado con un aumento de la tensión que soporta el tendón rotuliano.
Una disminución de la movilidad en flexión de rodilla (mayor restricción provocada por el cuádriceps que aumenta la carga sobre el tendón).
Déficit de fuerza en extensores de rodilla (cuádriceps) que pueden conllevar que ante situaciones con niveles elevados de fatiga el cuádriceps deje de ser capaz de generar un buen control sobre la fase excéntrica del movimiento recayendo dicha tarea en el tendón rotuliano.
Déficit de fuerza en extensores de cadera (glúteo), que juegan un papel principal a la hora de absorber y disipar las fuerzas tras cada zancada. Cuando el glúteo no realiza su función correctamente, dicha carga recae sobre el cuádriceps y, por tanto, sobre el tendón rotuliano.
Disfunciones de movimiento del pie, rodilla o cadera en la cual la absorción del impacto conlleve una serie de compensaciones adaptativas a las que la rodilla se tendrá que adaptar disipando esa mayor carga con cambios en la cinemática (movimiento biomecánico de la articulación) o cinetica (capacidad de generar fuerza) y que por ende, repercuta en este caso el tendón siendo este incapaz de soportar esas demandas.
Volumen de entrenamiento elevado con una mala gestión de las cargas, descansos inadecuados, etc. Una programación de entrenamiento errónea aumentará el riesgo de tendinopatía puesto que no respetará los procesos de regeneración de los diferentes tejidos.
¿Cuál es la intervención más adecuada?
La intervención recomendada suele ser siempre el tratamiento conservador basado en ejercicios para mejorar la movilidad a nivel pasivo (estiramientos) así como para mejorar la función a través de ejercicios de fuerza (Lim & Wong, 2018).
Dentro de los ejercicios orientados a recuperar la función del tendón y disminuir el dolor, los más utilizados en la práctica por su gran evidencia cientìfica son los de tipo excéntrico (Lim & Wong, 2018). Dicho nombre se debe al tipo de contracción en la que vamos a enfatizar el trabajo miotendinoso, produciendo la fuerza en la fase negativa del movimiento (cuando el músculo y el tendón están resistiendo fuerzas de elongación/estiramiento).
También se ha mostrado que los ejercicios isométricos (realizar fuerza manteniendo la misma longitud muscular durante la contracción) pueden disminuir el dolor, y los ejercicios de alta intensidad a velocidades bajas han obtenidos resultados positivos tanto en la disminución del dolor como en la mejora de la función (mejora del salto) (Lim & Wong, 2018).
Un aspecto clave en cualquiera de las intervenciones de entrenamiento y readaptación es controlar el dolor. Para ello utilizaremos una Escala Visual Analógica (EVA) y no podremos superar un 2-3(10) de dolor.
Además, entrenar la musculatura del pie y la cadera, así como orientar un reentrenamiento progresivo a la carga con un entrenamiento de fuerza y retorno progresivo en este caso a la carrera gestionando bien el volumen, frecuencia e intensidad y combinando ambas con un entrenamiento adaptado e individualizado a cada individuo será la manera más eficaz de abordar esta lesión.
En resumen, el tendón se alimenta de la carga. La gran mayoría de las veces, la clínica comienza cuando el tendón recibe mayor carga a la que éste es capaz de tolerar. Por ello, una buena gestión de las cargas y una prescripción de ejercicio y acondicionamiento será la forma de recuperarse. El reposo, no será una buena opción puesto que éste solo desacondicionará aún más el tendón y una vez que se le vuelva a demandar, volverá a dar sintomatología ya que el desacondicionamiento del reposo lo hará más vulnerable y menos capaz de recibir y tolerar cargas e impactos.
¿Has sentido alguna vez estos síntomas? si tienes dudas puedes ponerte en contacto y realizaremos tu valoración
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